La historia política dominicana nos ha enseñado que la reelección presidencial siempre es una posibilidad latente, una carta que se baraja en los círculos de poder según las circunstancias del momento. Hoy, en el umbral de una nueva contienda electoral del 2028, los vientos parecen soplar a favor de un escenario que hasta hace poco parecía improbable: la continuidad del actual presidente.
El descubrimiento de un yacimiento de tierras raras en suelo dominicano ha cambiado el tablero. Estas riquezas minerales, esenciales para la tecnología y la industria moderna, podrían convertir al país en un actor clave en la geopolítica regional, con todos los beneficios y riesgos que ello conlleva. Un hallazgo de tal magnitud le otorga al gobierno una herramienta poderosa para proyectar estabilidad económica y atraer inversiones, consolidando una narrativa de crecimiento sostenido que muchos ya comparan con la Suiza del Caribe.
Mientras tanto, la fragmentación dentro del partido de gobierno, con múltiples aspiraciones presidenciales, amenaza con debilitar la estructura estatal. La falta de cohesión interna podría facilitar el camino para que el liderazgo actual se erija como la única opción viable de estabilidad. Esta coyuntura se enmarca en un contexto donde el expresidente Donald Trump ha retomado el control del gobierno en Estados Unidos, consolidando una política exterior que históricamente ha favorecido a una administración dominicana afín a sus intereses. La percepción de que el gobierno de Trump será más autoritario y pragmático refuerza la idea de que la continuidad del actual mandatario dominicano es un escenario conveniente para mantener alineadas las relaciones bilaterales.
El manejo de la crisis haitiana también se perfila como un elemento clave. La administración actual ha logrado proyectar la frontera como una especie de represa de estabilidad en la isla y para la región, lo que le ha ganado reconocimiento en sectores estratégicos de la política internacional. En este contexto, la posibilidad de una reelección no puede descartarse. Aunque los procesos de auditoría de los fondos de la USAID han puesto en la mira a algunos de los patrocinadores y funcionarios del PRM, es probable que estos recursos vuelvan si le interesa esta agenda a Washington.
En definitiva, el panorama está en constante evolución y los factores geopolíticos, económicos y partidarios sugieren que el "vuelve y vuelve" podría dejar de ser una simple especulación para convertirse en una opción real. ¿Será esta la dirección que tomará el país en los próximos meses? El debate está abierto.


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