Es una historia inusual. Nada concreto, creo que en realidad ni con sentido. Solo es una anécdota, de esas que a uno le ocurren.
Resulta que al día siguiente de las pasadas elecciones del 19 de mayo, sin tragos en la cabeza, sin resacas y sin presión, salgo de la casa muy relax, muy risueño, y dispuesto a integrarme a mis labores cotidianas.
Por lo regular siempre cargo mi celular. Es como si fuera la sangre, siempre anda conmigo, es lo que me da vida. Es mas en el celular he depositado mi vida. Sin embargo, abordo el auto y comienzo a correr. Una tasa de te, un programa de esos matutinos que siempre tienen informaciones actualizadas.....en fin, un día normal.
Luego de un largo trayecto, luego de haber cruzado el peaje del 12 de Haina, decido ver la aplicación de mensajería conocía como wasap, con el objetivo de ver si hay algo en agenda; cuando entonces me doy cuenta que no cargo el teléfono, aparentemente.
Busco un retorno con la misma urgencia que una parturienta necesita de un doctor. Mi preocupación no era haber dejado el celular desbloqueado, no, era haberlo dejado, pues como dije, es como mi sangre. Sentía que había salido vacía de casa. Algo me faltaba.
Tras un largo trayecto, luego de retornar de vuelta a la casa, siento algo duro en el bolsillo de atrás; cuando busco, ahí estaba el Jodio celular.
No me quedo de otra que reírme, pararme en un lugar donde vendía fritos con salami, respirar y buscar nuevamente el camino hacia mi trabajo.
Fin de la anécdota.


0 Comentarios