Dr. Isaías
Ramos
Hace
décadas que se sembró en nuestro país el destino que hoy estamos viviendo. La
aberración de una decisión perversa y destructiva, hoy nos afecta a todos los
ciudadanos a un grado tal que la inseguridad y desasosiego que produce caminar
por nuestras calles es un calvario para la población trabajadora que sale de
sol a sol en busca de del sustento y de un mejor porvenir.
Esta
delincuencia callejera caracterizada por una violencia brutal, robo, asalto,
venta de estupefacientes logró ese crecimiento en ese caldo de cultivo que
provocaron esas decisiones absurdas, despreciablemente y pervertidas de
“corromper para no matar”, donde a la niñez y a la juventud se le negó el
derecho al estudio de calidad, la capacitación, la formación humana en lo
cívico, en la buena urbanidad y buenas costumbres y a la igualdad de
oportunidades y derecho ante la ley.
Se realizó
todo lo contrario, se le llenó de vicios, falta de oportunidades y se le llevó
por el camino de los antivalores, la compra de sus conciencias por migajas de
pan. Ningún gobierno hasta la fecha se ha condolido de esa generación que ha
sido víctima de esta desgracia. Se le ha entregado al crimen organizado en
bandeja de plata donde buscan refugio económico para ser utilizado en la venta
y consumo de drogas, crímenes y todo tipo de ilícito.
Ese
crecimiento de esa violencia también es consecuencia de un sistema que ha
creado un desorden organizado que muchas veces se le sale de control. Como
consecuencia, toman medidas drásticas como las que actualmente utilizan para
suprimir aquellos que se desbordan. Esto siendo diferente a como tratan a los
criminales de cuello blanco, que en muchas ocasiones los protegen ante las
instituciones que ellos controlan, creadas para hacer justicia y para
garantizar el cumplimiento de la ley y el orden, pues sus negocios
ilícitos entran en sinergia y una
cooperación en común sobre todo en el lavado de dinero, tráfico de droga y tráfico
de influencia.
Este
sistema establecido de desorden organizado, compuesto por políticos y
gobernantes sin escrúpulos, nos comienza a pasar factura de una manera
aterradora. Esta actúa como una bola de nieve que se vuelve imparable en
circunstancias como la que vive nuestra patria, donde la justicia no funciona y
se encuentra secuestrada por esos corruptos. Ellos son los únicos que se
benefician del desorden y el caos, muy similar a lo qué pasa en países vecinos,
donde la ley es un pedazo de papel y el orden una quimera.
En el
Frente Cívico y Social estamos convencido que la transformación que hoy
requiere la patria es profunda, que requiere la participación de todos los
ciudadanos conscientes de que la educación y el trabajo digno nos ayudará a
restaurar la nación bajo los principios que forjaron nuestros libertadores. Haciéndole
honor a lo más puro de nuestro símbolo patrio, ¡nuestro escudo, donde debemos
aprender a ser respetuoso ante Dios, amante de nuestra patria y valiente para
defender nuestra libertad y conociendo la verdad que es la que nos hará libre!
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